El Fundador de la Playa de Casares

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Autor: Dr. Edmundo Mendieta Gutierrez
Fotografía: Jimmy D. Mendieta

Esta historia fue contada por mi bisabuelo Crisanto a mi tio Mundo, cuando este tenia solo 15 años de edad, en la misma playa de Casares. El Dr. Edmundo Mendieta Gutierrez se casó con una nieta de don Crisanto, Dña. Daisy Briceño de Mendieta. Es la historia de como mi bisabuelo Crisanto Briceño (padre de mi abuela Dña. Ernestina Briceño de Artola) es el fundador de esta preciosa playa de Casares).

Cuenta mi tío el doctor Edmundo Mendieta Gutierrez…

«La Luna de Marzo, una luna mística en varias regiones y religiones de los pueblos antiguos, ya que su plenilunio era el más cercano al equinoccio de la primavera y por consiguiente precursora del verdor de los campos y del florecimiento de los árboles, así como de las cálidas temperaturas que invitaban a los baños en las playas y los ríos. Los diriambinos, no eran ajenos a esta influencia, que más bien podríamos llamar embrujo, que por fortuna coincidía con la terminación de las labores de recolección y venta de la cosecha de café, principal cultivo de estas tierras. En esta apacible y fresca ciudad de Diriamba vivia una agraciada joven de nombre Juanita Echaverry, a la cual cortejaban dos jóvenes, con la caballerosa rivalidad de aquella época. Ambos eran de las mejores familias y acaudalados, pero con una diferencia. Mientras que Enrique Granja, alto y elegante, disponía de su fortuna, despilfarrándola a manos llenas, Crisanto Briceño no podía hacer lo mismo, pues aunque poseedor de una apreciable fortuna al quedar huérfano, ésta era administrada por un albacea que le daba el dinero a cuentagotas.

En la pequeñez de la población todo el mundo se daba cuenta del más pequeño movimiento de cada familia, aún de cada persona. Así que ambos jóvenes se dieron cuenta de la partida para La Boquita de la familia de Juanita; los dos pretendientes de Juanita concibieron simultáneamente la idea de trasladarse a La Boquita, para seguir, cada cuál, el cortejo a la joven, pero cada cual a su modo. Crisanto consiguió prestado de un pariente, una yeguita nada elegante, pero al decir del dueño, de buen pasitrote y muy resistente, Enrique salió primero con su cortejo. Un mozo que se encargaría del cuidado de las cabalgaduras, los seguía, llevando también con mucho cuidado, la caja que contenía el violín de Enrique, instrumento que cultivaba y tocaba, por considerarlo más elegante y refinado que la guitarra, que cualquiera podía tocar. Atrasado salió Crisanto, lo suficiente para que la comitiva de Enrique, a pesar de la rigurosa observancia de las varias paradas o estaciones que eran tres o cuatro debido a la distancia que habia de 5 leguas entre Diriamba y La Boquita, avanzara por el polvoriento camino; La yeguita, haciendo honor a la palabra del dueño, caminaba con un placentero trote, que sin embargo, no era, para los deseos de Crisanto, lo suficiente rápido para cubrir la distancia de cinco leguas que lo separaban de su amada Juanita. Para él no había estaciones, ni siquiera llevaba en sus alforjas ninguna comida ni bebida. No podía hacer otra cosa que dejar a la yegua seguir su paso natural. Por fin el aire de mar, la cuesta de la garita y al llegar a la última curva, el plan de La Boquita. Se apresuró a llegar. Crisanto encontró a su amada Juanita sentada en una carreta , con su pelo suelto que le llegaba hasta la cintura, secándoselo al sol y quizás creyendo que así se le doraba. Crisanto se le acercó y con todo aplomo le hizo la proposición de matrimonio. Y Juanita aceptó ¡

Unas dos horas después llegó la comitiva de Enrique, disparando sus pistolas al aire y vivando a La Boquita. Crisanto se le acercó a Enrique comunicándole la nueva de que había propuesto matrimonio a Juanita y que ésta había aceptado ser su esposa y que por ese motivo lo invitaba a tomar un trago. Enrique se quedó muy serio y probablemente hasta palideció, pero todo un caballero, felicitó a Crisanto y fueron a tomar el trago.

Ya casados, volvieron a La Boquita y a Don Crisanto Briceño, ya en poder de su fortuna, no le gustó nada que Doña Juanita y sus hijos, estuvieran en la muy alegre Boquita y pensó en buscar otro sitio donde veranear. Buscando a unos pocos kilometros al Sur de La boquita, encontró un bajo lleno de tamarindos, con la boca del Río Grande muy cerca y un baño muy plácido, casi como una bahía.
El sitio era conocido por Casares, según algunos, el nombre de un cacique indio, según otros, puesto por algún español que se fincó allá en época colonial y que quizás fuera de Casares, ciudad costera en el Mediterráneo Sur de España.

Playa de Casares - Carazo - NicaraguaLa familia de Don Crisanto y Doña Juanita, creció , llegando a tener nueve hijos y así también creció Casares, que sería como su décimo hijo, convirtiéndose con el tiempo en el balneario predilecto de los capitalinos. El tercer personaje de esta historia despilfarró toda su fortuna, llegando a la vejez en la mayor pobreza, ganándose el sustento tocando el violín en las funciones de la parroquia.”

Dr. Edmundo Mendieta Gutierrez – “Este relato lo escuché de labios del propio Don Crisanto, que siempre que tenía oportunidad, lo relataba a los veraneantes.”

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6 thoughts on “El Fundador de la Playa de Casares

  1. Que interesante relato….Esas cosas me conmueven….me siento muy emosionado con la historia…Jimmy ademas de ser artista, con estos cuentos viejos, sin darte cuenta te has vuelto historiador…Gracias por considerarme tu amigo….Nacho

    • Este relato es parte de la historia de mi familia, por el lado de mi madre Olga Artola Briceño, nieta de don Crisanto. Gracias por tu comentario mi estimado amigo!

  2. Jimmy, te felicito por tan bonita iniciativa. Las fotos son buenisimas y los cuentos no los conocia. Te quiero contar que cuando tenia yo de zero años a unos 13 que me fui del paiz,y que llegaba con mi familia a pasar «la temporada de mar» siempre conocia una posita en particualr, que tenia el nombre de «La Posa de Don Crisanto»………hasta ahora se porque se llamaba asi. Tengo 70 años.
    Slds. Roberto

    • Gracias Roberto por tu comentario! En cuanto al nombre de la Posa fue puesto por los mismos parientes, veraneantes y nativos de este balneario especialmente «Los Pescadores», teniendo ya mi bisabuelo bastantes años encima (90) no se bañaba en el mar abierto solo en esa posa en particular y es por esto que lleva su nombre; «La Posa de Don Crisanto».

  3. Pingback: The Founder of Casares Beach | Nicaragua Linda

  4. Los recuerdos de boda. Las bodas están cada vez más sofisticadas y glamorosas. La presentación y la cobertura de los recuerdos de boda deben resultar únicas y llamativas. Muchas veces la opción de que forma retirarse presenta un llamada de boda le da al provisionalmente un éter memorable. No os olvidéis que esos recuerdos de boda están una forma de corresponder a los invitados su asistencia. Los recuerdos o recordatorios de boda suelen sujeto decorativos, complementando la engalanamiento de las mesas del banquete o el próximo de la fiesta. Como sucede almismo toda la demás engalanamiento de la boda, los obsequios deben espejar el grado de puntualidad de la boda y el categoría de la marido.

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