La Posita
Autor: Jeffrey Mendieta
Fotografía: Jimmy Mendieta
Yo recuerdo cuando era niño mi familia campaba en la Playa de Casares que queda a 30 minutos manejando de Diriamba. Tenía como 4 años con pelo de color rubio, piel blanca, ojos café claro, una barriguita redonda y patitas delgaditas. Teníamos un lugarsito especial llamada «La Posita». Así la llamábamos porque habían unas rocas que formaban naturalment una especie de picinita donde podíamos bañarnos sin peligro.
Solo como a 100 piés de distancia de «La Posita» Papa Raul, mi abuelo, tenía una casita de mar de cual era dueño y que tenía un par de cuartos pequeños, una cocína con solo lo essencial y un espacio pequeño para sentarse. La casita de mar era construida de ladrillos grandes de concreto y cementados. Las ventanas eran hechas de varillas de metal cada una de media pulgada gruesa y puestas verticalmente, similar a lo que se encuentran en una cárcel. No tenían vidrio. La malloría de las varillas estaban oxidadas por la humedad salada de la brisa del mar. El piso era hecho de ladrillos de cerámica pero no puedo recordar su color. Las puertas eran hechas de madera ya vieja y bien gastada tanto que era apenas suficientemente fuerte para mantener a otros fuera de la casíta aún cuando enllavada. Continuación